Una Escuela es el corazón de una población, de una comunidad. En él se cobijan los sueños, anhelos, ambiciones de futuro. Palpitan las esperanzas de padres e hijos, porque al correr de los días se vuelva más liviano, más llevadero. En el saber, en el crecer y aprender se funda la identidad de ser personas útiles para la sociedad en la cual se desenvuelven. Como profesora tuve un tiempo de vivir el día a día con los niños y adolescentes del "Colegio José Gaspar Marín". Las aulas claras, acogedoras estaban completas en su matricula. Los alumnos lucían impecables. En los recreos campeaba una bulliciosa alegría, si bien es cierto, había algunos problemas de conducta, ello era consecuencia de la ausencia de padres que los protegieran y guiaran.
Sin embargo, había un espíritu de mucha colaboración. Al llegar la navidad todas las salas lucían sus arbolitos navideños traídos y adornados por ellos. Hoy me pregunto: ¿qué habrán hecho de sus vidas? Tal vez sean los padres que protestan por el cierre de la escuela que los educó y piden lo mismo para sus hijos.
¿Cómo hacer que la escuela José Gaspar Marín siga siendo el faro luminoso de esa comunidad? No puede apagarse la luz del saber y la cultura. Propongo a las autoridades y quienes tienen el poder de decidir su destino, crear un Centro Cultural que alberge distintas disciplinas como: Artesanías, Folklore, Gastronomía, Gimnasia para niños, jóvenes y adultos mayores. También se podrían formar grupos de excursionismo. Todo es posible cuando se tiene la voluntad de servir. Anhelo y deseo a la población Juan XXIII cuente permanentemente con ese refugio, ese lugar de encuentro y buena vecindad, como lo es el recinto de Lincoyan, mirando a los cerros que verdean en primavera.
María Eliana Duran
Colegio de Profesores
La Serena, Noviembre 2010
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